Tuve la suerte de participar en una semana de estudio, organizada por la Universidad Católica de Valencia, y uno de los temas del programa era sobre la pobreza de la Iglesia. Tanto la ponencia como el diálogo posterior resultaron muy interesantes. Pero después, estuve un rato hablando con un grupo de jóvenes y vi que no se habían apeado de su opinión: de que la Iglesia debería vender cantidad de bienes que tiene y vivir pobremente porque no es creíble que la Iglesia sea pobre y que viva pobremente si tiene en su poder muchos objetos preciosos que valen millonadas, y que haya tantísimos pobres, tanto mayores como niños, que mueren de hambre. La respuesta estaba dada por el ponente tanto en la conferencia como en el diálogo posterior.
Creo que no habrá nadie que no haya oído esta crítica contra la Iglesia y la seguiremos oyendo mientras no tengamos conceptos claros y conocimiento de las cosas.