Un hecho indiscutible es que cuando un sacerdote comete una falta muy grave, se publica en todo el mundo. ¿Hay algunos sacerdotes que fallan? Como en cualquier otro grupo. ¿Qué pasaría si se publicasen esos mismas fallos si los cometiesen un abogado, un politico, un industrial, un médico…? ¿Diríamos que los abodados, los politicos, los industriales, los médicos… son unos corruptos? ¿Por qué hay quienes lo dicen de los sacerdotes? Gracias a Dios, los sacerdotes gozan de buena salud moral.
Conozco a muchos sacerdotes que están trabajando en barriadas pobres, en pequeños pueblos o en misiones, incluso en países donde la Iglesia y ellos son perseguidos hasta el martirio; casos en que podrían haberse labrado un gran porvenir si se hubiesen dedicado a un trabajo civil para el que tenían una gran capacidad. Porque sacerdotes de valía los hay, y muchos.
Sentado esto, a mi modo de ver, clarísimo, empiezo mi reflexión con dos frases; la primera, lo que le dijo un «indiecito peruano» a un misionero que se estaba quejando porque le necesitaban urgentemente en una aldea alejada de su parroquia de misión y a altas horas de la madrugada, y después de un agotador día de misión, iba refunfuñando por dicha tarea extra; y el indiecito, con toda sencillez y sabiduría le espetó: «entonces padrecito ¿para qué te hiciste sacerdote? Y la segunda, algo que repetía con frecuencia D. José Mª García Lahiguera, antiguo Arzobispo de Valencia. Decía que el sacerdote debe ser siempre sacerdote y sólo sacerdote.