Hay varias maneras de consagrarse al Señor. Una puede ser la consagración personal sin más. Pero me voy a referir a la consagración al Señor dentro de un grupo oficial dentro de la Iglesia. Concretamente, a la Vida Contemplativa, a la Vida Apostólica, a los Institutos Seculares, y a la Virginidad Consagrada, proponiendo cuatro ejemplos que de alguna manera indiquen la diferencia entre estas distintas consagraciones. No sé si acertaré del todo, pero de algo pueden servir.
Jesús quiere congregar en una familia a todos los hijos dispersos. Para ello ha dado ya su vida; no puede dar más. Se ha desposado con la Iglesia y ésta debe relacionarse con Él como esposa, amándole como esposo y cumpliendo la misión que Jesús ha recibido de aunar a todos los hijos de Dios en una gran familia. Es la misión de la Iglesia; la misma misión de Jesús.