Después de haber hablado de la actitud de escucha de la Palabra de Dios, va bien comentar en qué consiste eso que tantas veces decimos que nuestro amigo o nuestra amiga tienen vocación.
Vocación significa llamada, invitación y cosas por el estilo. Supongamos que a Mozart lo hubiesen dedicado al deporte; podía haber sido una nulidad; o que a Messi lo hubiesen dedicado a la música; lo mismo. Cada uno nacemos con unas cualidades y según ellas tenemos unas tendencias determinadas que marcan nuestra vocación. Esto vale para la vida natural.
Pero también nos da unas gracias o cualidades sobrenaturales y con unas y otras, de alguna manera, nos indica el camino que debemos tomar en la vida. Por decirlo de algún modo, Dios no nos echa al mundo y “defiéndete” como puedas. No; nos crea con una misión concreta y personal a cada uno y, para cumplirla nos ha dado unas cualidades concretas. Poniendo un ejemplo, podríamos decir que quiere como construir su Iglesia como un mosaico grandioso en que cada uno de nosotros venimos a ser como una piedrecita dentro del mismo en el que tenemos asignado un lugar concreto.
Pero como Dios no abandona al hombre al crearlo, llega el momento en que, de un modo u otro, nos llama y nos invita a ocupar el puesto que nos ha asignado al crearnos. Es el momento de la llamada o de la vocación.